martes, 27 de octubre de 2009




Lo que veo desde el café:

a los jugadores en cierne
-algunos de ellos llegará a valer en dólares-

la pelota que abandona el suelo,
se convierte en sombra de la tierra,

luz de un sol que no vemos,

el trabajo de la fealdad sobre la costa,

el puente San Jorge, cielo de bleque y fierro,

la felicidad del chorro de agua sucia,

¿sucio el día?, ¿sucia la luz?,
¿sucios la luz y el día?,

la vaca a punto de parir, el niño a su lado,
el horizonte que saliva por su boca,

hombres demorados en un café,
salen a mirar, orinan el campo,

hombres con sombras de ratas por el campo,

dos o tres palabras en el momento de ponerse graves
-¿pasaron ya los años de la gracia?-,

los ademanes de los niños endurecerse hasta la cachetada.



Arnaldo Calveyra, Diario del fumigador de guardia, Vox, 2002.


Objeto: tazas compradas al café Bar Capitol (Montevideo y Santa Fé) cuando cambió de dueño y le cambió el color de las paredes y sacó de uso estas tazas gigantes para tomar café con leche.